jueves, 6 de junio de 2013

Capítulo 8. No estoy perdida.

Caytlin cerró la puerta y recordó la última vez que le cerró la puerta a Alex. Se fue a echar la siesta. Durmió. Hasta que la puerta la despertó. Otra vez Alex.
-¿Puedo pasar? Quiero hablar. -dijo él.
-Adelante.
Caytlin le indicó que debía ir hacia el salón y sentarse. Él obedeció y se dejó caer sobre el sofá, un gesto que a Caytlin no le pareció adecuado tratándose de una casa ajena.
-Bueno, dime qué querías -dijo ella.
-Quiero volver, sé que es tarde, que ya no confías en mi pero llevo enamorado de ti estos últimos tres años. Sé que he estado con muchas chicas para intentar llenar el vacío que tú dejaste cuando cortamos pero no soy capaz. Pensé que porque discutíamos mucho cuando estábamos juntos no te quería, pero me equivocaba. Te amo. Tanto como cuando teníamos dieciséis años.
Caytlin le miró seria.
-Recuerdo la de veces que lloré por ti, lo supiste todo sobre mí y sobre mis sentimientos. Nunca cruzó mi mente que pudiera haber un momento en el que tuviéramos que decirnos adiós. Aún así, no estoy perdida, no he olvidado nada. Pero lo que yo sentí por ti se pierde, cada día más, sé que han pasado tres años pero aún siento algo y te aseguro que quiero exterminarlo. Ya volví muchas veces contigo después de que me pidieras perdón. Recuerdo cuando éramos juntos hasta el final. Ahora estoy sola otra vez. Lloré un poquito, tú moriste un poco para mi. No tengo ningún remordimiento de nada de lo que hice, no me arrepiento de haber estado contigo, fuiste el mejor año de mi vida. No sabes lo que significaste para mí.
>>Pero eso fue antes y esto es ahora, se acabó no podemos arreglarlo. Sólo recuerda lo que nos quisimos y nada más porque yo no puedo más con estos sentimientos. Puedo ver como todo lo que siento por ti se estrella contra el suelo. No pienso volver a ti, otra vez.
Alex la miró con tristeza, notó como las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, no pudo contenerse.
-¿Sabes lo sólo que he estado porque te he echaba de menos? No entiendo por qué me rechazas. Ningún chico te amará como lo hice yo, ni ninguno se va a preocupar tanto por ti como yo, ningún otro llorará por ti como lo he hecho yo. Tú fuiste mi motivo de seguir adelante durante un año, Caytlin. No sabes como me siento ahora que me dices que ya no me quieres y que quieres pasar página, es cómo si se me clavara una estaca en el corazón. Me has roto el corazón, de nuevo.
-Vete, vete y no vuelvas -dijo ella con severidad.
Él se levantó, con paso tranquilo y se dirigió a la puerta, no sin antes dirigir una última mirada a los ojos oscuros de Caytlin. Ella lo miró tranquila. No se notaba en su cara la tormenta que se había desatado en su interior. No sabía como sentirse ante aquel momento. Tenía ganas de llorar. Hacía mucho que no deseaba llorar con fuerza.
Alex le suplicaba con la mirada que le dijera que ella también lo amaba, pero Caytlin no lo hizo, se mantuvo fría e inflexible. Caytlin se negaba a darle una segunda oportunidad al chico que le rompió el corazón por primera vez. Alex quiso poder ponerse a llorar delante de ella pero sabía que no debía, tenía que parecer que no estaba muriendo por dentro por ella.
Quizás el hecho de que Caytlin no estaba demostrando la menor sensibilidad hizo que se sintiera peor. La propia impotencia ante hacerla cambiar de idea era lo que más le dolía. El ver que ella no sentía lo mismo por él que por ella lo hacía pedazos. Deseaba que ella le hiciera detenerse y le pidiera que nunca se fuera de su lado, pero nada de eso pasó. Caytlin le observó con la mirada fija en él, mientras se iba cerrando la puerta tras de sí.
El ruido de la puerta relajó un poco a Caytlin que se dejó caer sobre el sofá y comenzó a llorar desconsoladamente. Quizás la parte más difícil de dejar ir a alguien a quien amas es dejar ir también todo lo que se podía haber tenido. No quería estar completamente sola, conocía ese sentimiento perfectamente, es horrible. Una cosa es estar solo lo cual es triste pero sentirse solo es debastador. La soledad es agradable pero también es una dama cruel. Quizás la soledad que sentía Caytlin se mezcló con la oscuridad de su vida, una oscuridad solitaria, aún peor. La soledad, siempre ahí cuando no queda nadie, esperándote para abrazarte y hacerte sentir triste. La gente huye de la soledad pero no se dan cuenta de que tiene su lado hermoso. Saber que eres lo único que necesitas para sobrevivir es reconfortante, hasta un punto impresionante. No necesitar que nadie esté ahí para poder estar contento por un rato es genial. Y a veces, muchas más de las que pensamos, la soledad se convierte en el único amigo de unas personas, su único compañero de viaje e incluso en su asesino. Nadie sabe qué es sentirse solo hasta que lo sabes. Hasta que la soledad es lo que buscas pero al mismo tiempo de lo que quieres huír. Mucha gente confunde tranquilidad con soledad o pasar una tarde con estar completamente solo. No es lo mismo. La soledad es un parásito que se apodera de ti, te devora por dentro hasta que no deja nada de lo que eras, te convierte en alguien distinto. En tu propio enemigo. Hasta tal punto que en la soledad realizamos los mayores combates contra nosotros mismo. A veces, lo único que se necesita para salir de esta absoluta soledad es alguien con quien poder contar, alguien con quien sientes que puedes contar. Algo, que Caytlin no tenía.

martes, 4 de junio de 2013

Capítulo 7. ¿Y qué si he cambiado?

Caytlin se dirigió a su casa, tenía que pensar sobre aquello que Billy le había dicho. Oyó que alguien llamaba  a la puerta. Abrió.
-Buenas tardes, Cat -dijo un chico rubio, alto, de unos diecinueve años.
-¡Álex! ¿Qué haces tú aquí? -dijo Caytlin algo sorprendida.
-Bueno, me enteré de que eras de las pocas personas de la clase que no tiene una familia propia, que no se ha ido o que no es una drogadicta. Decidí venir, te echaba de menos. Hablar contigo es un privilegio que no todos se pueden permitir y pensé ¿Por qué no ir a verla si sigue aquí? Y aquí estoy.
-Interesante información -dijo Caytlin seria.
Álex la miró fijamente.
-Has cambiado mucho, físicamente -dijo él.
-Sí, lo sé. Pero soy feliz así.
-Me alegro mucho. El pelo negro, te queda bien.
-Gracias, ¿algo más que decir? -dijo Caytlin.
-No... Comprendo, quieres que me vaya.
-Exacto. Nadie rompe mi corazón y vuelve tres años después como si nada. Vete. Ya -dijo ella.
-No sólo has cambiado en lo físico, ya no eres tan dulce cómo antes...
-¿Y qué si he cambiado? Estoy hasta las narices de que todos me reprocheis que he cambiado, sí, lo he hecho pero estoy mejor así. Pero claro, vosotros preferís que esté bien vestida y muriéndome por dentro. Pues no, yo quiero ser feliz, estar a gusto conmigo misma.
-No puedes estar a gusto contigo misma yendo así por la vida... Mírate, estás esquelética, blanca, llevas mucho maquillaje, tienes unos ojos bonitos, quítate toda esa sombra de ojos.
-Haré lo que quiera, ahora, vete -dijo indicándole que debía irse.
Álex se fue a su casa, pensando en qué le habría pasado a Caytlin para cambiar de un modo tan radical. Cuando cortaron ella aún no era así, cierto que tenia alguna que otra cosa rara u oscura pero no era gótica ni mucho menos. Quiso tanto a Caytlin... Pero se equivocó en muchas decisiones. Así la perdió, para siempre. Quería reconquistarla, pero viendo cómo se estaba comportando ella iba a ser dificil. Tenía que ganarse su confianza y luego su corazón. Sería difícil, pero podía pasar. Él no había dejado de quererla en tres años. Seguro que ella a él tampoco pero Caytlin canalizaba el dolor de otro modo. Aún había una probabilidad de recuperarla.

lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 6. Billy, de nuevo.

Caytlin salió rápidamente hacia su coche. Entró. Comenzó a conducir en dirección a la casa de Billy. Ese hombre tenía algo que a Caytlin le llamaba mucho la atención, el hecho de que supiera tanto sobre tantas cosas la desconcertaba, la asombraba. Su casa no era grande pero a la vez resultaba tan acogedora.
Quería volver a aquella casa pero no tenía excusa, hasta aquel momento.
Tras las dos insoportables horas de trayecto ya estaba en la casa del viejo Billy. Llamó a la puerta repetidas veces, pero nadie acudió a abrirle. Sólo escuchó silencio.
-Perdona, ¿buscas a alguien? -dijo un chico joven que se le había acercado por detrás.
Caytlin se giró bruscamente echándose para atrás. No le sonaba su cara, no supo si decirle a quien buscaba y por qué.
-Sí, busco al hombre que vive en ésta casa, yo... necesito preguntarle unas cosas.
-Ah, bueno, es raro ver que mi padre tiene visita de vez en cuando.
-¿Tu padre? ¿Billy es tu padre? No sabía que se hubiera casado y tenido hijos... -dijo Caytlin.
-Bueno, no se casó, mi madre nos abandonó cuando nací, no quería hacerse cargo de mi, en cambio, Billy estaba emocionado de poder tener un hijo, dijo que una tal Mary Anne Grayson no había querido tener hijos con él y que los tuvo con una familia de ricos, en más de una ocasión me ha hablado de la hija de los Grayson.
-Bueno, pues yo soy Caytlin, la hija de los Grayson -rió ella.
-Oh, encantado de conocerte. Mi padre me ha hablado mucho de ti.. Bueno, siendo una Grayson no te imaginaba de éste modo... Pensaba que eras rubia.
-Soy morena de bote -rió ella alegremente. -¿Puedo pasar a hablar con tu padre?
-Claro. Por cierto, me llamo Jack.
Jack abrió la puerta e hizo pasar a Caytlin hacia el salón, dónde Billy estaba sentado en un sillón. Se sentó frente a él.
-Buenas tardes, Cat.
-Buenas tardes. ¿Podría hacerte unas preguntas? -dijo Caytlin.
-Claro. Hijo, retírate, esto es privado.
Jack abandonó la estancia y se dirigió a la cocina.
-Verás, ayer se presentó una extraña mujer en mi casa, me dijo que tenía información que yo deseaba. Quedamos en el callejón de la ferretería a las cuatro de la madrugada. Ella se presentó allí con un hombre, un hombre raro. Me empezó a decir que debía suicidarme y luego me pegó.
-¿Para qué me cuentas ésto? -dijo Billy tajante.
-Pues para que me digas a que se podría deber eso y quien era ésa mujer...
-Haber comenzado por ahí, jovencita. Esa mujer es parte de una organización extraña, probablemente a dicha organización pertenecieran los padres de María. Verás, cada cierto tiempo la organización se reúne, todos tienen que desaparecer de sus hogares sin dejar rastro y no volver jamás. Pero, si hay un hijo de por medio hay que abandonarle poco a poco, primero el padre, luego la madre. El hijo no está obligado a partir con la organización.
>>Esta gente son muy discretos y no les gusta que gente como tú se inmiscuya en sus asuntos, se enteran de todo lo que pasa. No sé como lo hacen. Si alguien está demasiado metido donde no le llaman intentan acabar con esa persona.Creo que han acudido a ti porque estás investigando a María y también estás buscando algo sobre sus padres. Por eso han ido a tu casa.
-Dios, qué increíble. Pero a mi lo de su organización, o secta, o lo que sea me da igual.
-Pero estás metiendo donde nadie te llama realmente. Al investigar eso estás buscando un motivo por el cual se fueron. Ahí lo tienes, esa organización.
Billy calló un segundo. Caytlin meditó lo que él le estaba diciendo. Tenía algo de razón.
-Busca a María en una gran ciudad, es muy probable que si sigue con vida esté en una gran ciudad. Si no se ha unido a la secta tendrá que huír de ellos. Y ellos saben que aquí vivía. En una gran ciudad pasaría desapercibida.
-Hay muchas grandes ciudades -dijo Caytlin.
-Nueva York. Vete ya.
Billy la miró indicándole que debía irse.
-Oye, Caytlin, llámame si necesitas cualquier cosa, Jack te dará mi número -dijo Billy.
Caytlin asintió y se levantó. Se dirigió a la puerta mientras Jack la seguia. Este le entregó un papel donde estaba escrito un número, el de Billy. Caytlin salió y se dirigió al coche, no se creía que hubiera sacado tanta información de aquella cita con Billy.

domingo, 2 de junio de 2013

Capítulo 5. Ríndete, nunca serás lo suficientemente buena.

A las cuatro Caytlin estaba en el sitio acordado. No se imaginaba nada de lo que iba a venirle encima.
La mujer apareció diez minutos después, se disculpó por el retraso pero no venía sola. Iba con un hombre. Alto, delgado, de expresión muy seria. Él la miró, analizándola.
-Bueno, Caytlin, supongo que querrás tu información. Pero ten ésto...-dijo entregándole unos papeles.
Eran dibujos, fotos, de su clase. La promoción que la acompañó desde que tenía trece años. En ninguna de aquella fotos que se suponía que eran de cuando la gente salía los viernes salía ella.
-Mira esas fotos, Caytlin, ¿Reconoces esas caras? Claro que sí. Son las caras de las personas que te hicieron sentir mal contigo misma. ¿Qué sientes hacia todos ellos? ¿Ira? No. Sientes envidia de que ellos pudieron ser felices y tú no. Pero que te marginaran no fue culpa de ellos... Todos tenemos un listón de la gente que tiene que andar con nosotros. No eras de su estilo. No lo eres.
-De aquella todavía no era gótica.
-Ya, pero tampoco eras buena. Sé que tú deseabas estar con todos ellos, ser popular -continuó la mujer mientras daba vueltas a su al rededor.- No lo fuiste, pobre Caytlin.
-¡Cállese! ¡Usted no sabe nada! -gritó Caytlin.
-Sé mucho más de lo que tú te crees, niñata insolente. ¿Sabes que sé? Que tú no vales nada. Ríndete, nunca serás lo suficientemente buena.
-¿Qué está insinuando?
-Sé el por qué de todos tus malos hábitos, inconscientemente quieres acabar con tu vida, se ve en esa mirada triste que tienes... Ya no tienes ganas de seguir adelante, las personas más importantes abandonaron tu vida... María, tus padres y ese chico, Alex.
-Mis padres no me abandonaron -replicó Caytlin.
-No literalmente pero ya no te trataban cómo antes. Qué triste es tu vida, pequeña. Acaba ya con todo. Unas pastillas para dormir de más, un corte profundo en tu muñeca izquierda, un salto desde tu ventana... Cualquier cosa vale, pero termina ya con todo.
-No lo haré, no por ahora. Usted no es nadie, cállese, es sólo una vieja desagradable que sólo quiere que me rinda porque usted esconde algo que no quiere que yo descubra.
La mujer le dio una bofetada a Caytlin.Caytlin no lo dudó dos veces y le dio una a ella y salió corriendo, le costaba correr con los zapatos que llevaba pero lo intentó, corrió cómo si su vida dependiera de ello, corrió hasta que sintió la necesidad de parar. Le dolían demasiado las piernas, estaba tosiendo mucho, fumar empezaba a pasarle factura. Cuando recuperó un poco el aliento miró en todas las direcciones a ver si la seguían, vio que no. Comenzó a caminar más tranquila hacia su casa.
Entró en su casa y cerró puertas y ventanas, no se sentía segura, esa mujer le había dado mala espina desde el principio. La bofetada no fue sólo eso, sabía que esa mujer quería que dejara de investigar sobre María, sino lo hacía, probablemente la matase.
Aquella noche, o lo que quedaba de ella, Caytlin no durmió, no se sentía dispuesta a dormir sabiendo que había personas que la querían muerta. Y que harían todo lo posible por conseguirlo.
Pensó en las palabras de aquella mujer, la habían calado hondo, no creyó que aquella mujer fuera a saber tanto sobre ella, sobre su infancia y adolescencia, sobre Alex.
Recordó a Alex. Un chico guapo, alto, musculoso, con una cara adorable. Recordó que se enamoró perdidamente de él. También recordó cómo lo habían dejado. Él le pidió un día o dos, al día siguiente se lió con otra.
Caytlin juraría que seguía saliendo con aquella chica. Pero no estaba segura, no los tenía agregados en facebook ni era amiga de ellos. Sólo sabía que la chica y él salian en muchas fotos de gente de la clase.
Supuso que no se volverían a ver, se equivocaba, Alex volvería a aparecer por su vida poco después.
Cuando por fin se hizo de día, se sentía bastante más segura. No entendió el por qué. Supo que si quería encontrar respuestas a quien era esa mujer debía acudir a hablar con Billy. Le alegró tener una excusa para presentarse en su casa. Billy era un buen hombre a pesar de todo.